El Sol ha salido e ilumina todo el firmamento, momentáneamente y como apenas se está levantando a su trono, el tono aloque que reverbera en el cielo aflora un sentimiento de nostalgia y perplejidad. Ahora mismo mi reflejo es finamente visible desde la pantalla del televisor, dejando como fondo un color azabache: en un periquete comienzo otra ronda con el ‘ignorado’ goce de NASU. Un juego simplista (En un caso muy extremo, demasiado minimalista), un objetivo concreto sin fin alguno más que desperdiciar el tiempo aunque para mi ese recurso me sigue sobrando (Y me importa tanto como saber si tengo un futuro por delante). Un pequeño salto, una larga caminata y el mundo que he vivido ha desaparecido (Por el momento), deseo olvidar aquella pesadilla (Aventura) ya que…; no encuentro lógica alguna para explicar…: creí… pensé que aquella exploración me valdría para aclarar ideas y solo ha aumentado mi inquietud a un nivel inmensurable (Se te está saliendo de las manos♪). Aquellas imágenes me siguen perturbando, más: ¿Qué otra cosa he de hacer, si no hay más opción que continuar?
Florece el alba así como el susurro del viento, puede ser ferviente para el senderismo o lo justo para solamente salir de tu morada, aunque estos pensamientos son para la gente idealista, soy una persona abierta y realista, todo se emprende por una sola idea, la búsqueda de la “felicidad”, el placer emergente del vivir, el anhelo que da significado esta existencia (¡Mi subsistir!), que a pesar de todo sigo buscando. Hace tiempo escuche decir en la tele esto: “La gente es feliz…, come cuando desee y duerme en una cama caliente. ¡Mirad aquellos que no tienen nada! ¡Estar vivo es lo mismo que la felicidad en sí!”. Me quedé pensando, ¡vivir, es ser feliz? Menuda tontería, si eso es la felicidad, vivimos por vivir y aquello que realmente necesitamos es estar agonizando en este mundo hostil, (¡superviviendo hasta poder morir?) No entendía todo aquello, que cosa tan inútil, para vivir en el lujo ¿dice usted?, entonces discurrí: Yo no necesito de estas cosas.
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Pagina 2: Tokuto
Fue demasiado fácil el bajar contra las escaleras, me pareció algo arriesgado el tener que andar aun sobre la bicicleta, por el único motivo de ir más de prisa, de todos modos sigo en un mundo de ensueño. El ruido inherente de un tren era más perceptible, aunque donde sea que mirara era todo muy oscuro pero percibía algunos tramos, como un laberinto de concreto (Esto será algo problemático).
– ¿A dónde me llevará este incidente? – Me preguntaba mientras tomaba la primera senda de ‘arriba’, era donde más fuerte se escuchaba el estruendo de los motores eternamente andando… eterno. – Esto es muy extraño – he olvidado cuasi-todo lo relacionado con el mundo exterior más sin embargo aquel sentimiento acogedor del metro era muy difícil pasar por alto, todo el lugar estaba inundado por la melodía del tren en constante marcha, como si no tuviera fin ni principio (Necesitaba comprobarlo). Al llegar al final del camino, esquivando cruces y esquinas me di cuenta que mis suposiciones no eran erróneas, no encontré sitio alguno donde pudiera estar estacionado el convoy. Estaba perdida. – ¡¿Qué hago ahora?! – Seguir andando, hasta donde indiquen mis capacidades. Se supone que un sueño lucido es un universo de posibilidades, (Un entorno donde TÚ eres Dios), más escasamente tengo dominio sobre los sucesos ocurrentes hasta ahora. Sigo recorriendo las orillas de la “habitación”, mi mente me juega pesadas bromas, puesto que logro concernir sombras humanas, – ¿Será posible? (Y ¿por qué no?) – No hay cabida para mi felicidad, (si es que pudiera demostrarlo más seguido). Mientras persigo la única pista que tengo hasta ahora de que es lo que sucede dentro de mí ser, me ilumina una revelación así como el canto de una luciérnaga (tan de pronto que uno no se da cuenta cuando comenzó más nada sorpresivo por lo suave que se funde con el entorno).
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– Les sugerimos, a todos los transeúntes, que no rebasen la línea amarilla de seguridad mientras… – Una voz mecanizada y artificial daba las instrucciones de seguridad indiferentemente, era la misma rutina, el miso procedimiento, pero esta vez era diferente. Anticipadamente elijo las estaciones conforme a los horarios del tumulto y estos no choquen con las horas pico, así evito la vergüenza ajena de toparme con la muchedumbre del cual no congenio ni por asomo, pero esta vez era un caso inusual: Había una pequeña niña a mi lado, una infante que arruinaba horas y horas de estudio intensivo para ¡librarme de la gente! ¡De los míseros, asquerosos h…! Era la encarnación de mi fracaso, estaba furiosa y necesitaba expresarlo.
– ¿Qué tanto me mira? – A pesar de mi furor, estaba estupefacta por la insistencia de la menor en observarme, muy incómoda me sentía. Pobremente había gente, cada uno separado en distancia de un radio no menos de diez metros, – Entonces ¡¿por qué tenía que coincidir conmigo?! – Esa sonrisa ‘inocente’ me era demasiado antinatural, viraba constantemente la cara para que no concordara con la dirección de su mirar, más aun así podía “apreciarla” por el rabillo del ojo. La estación del metros es más amplio de lo que uno imagina y de todos modos la sentía como una pequeña habitación donde con dificultad uno puede moverse. Topándose con la gente como si fueran paredes inamovibles y que te enredaran en pequeños túneles sin encontrar la entrada al metro, – es por eso que odio salir de casa.
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– §۩░▒▓ – Di un paso apresurado hacía atrás, casi me caí del biciclo, siendo estampada por la pared de atrás. Aquella mujer que creí humana, no era más que un espectro repugnante, ¡Se le abría el estómago y escupía sangre de él! No me llegué a fijar si seguía una ruta especifica o solo daba vueltas al azar, estaba asustada sin embargo, conforme pasaba el tiempo andaba más despacio, ¿por qué debo asustarme ante estas ‘apariciones’? Es solo un sueño, nada severo ¡una pesadilla que se me está saliendo de control! Necesitaba recapitular todo los sucesos ocurridos hasta ahora, y meterme en la cabeza que todo lo que pasaba en este mundo no es más que imágenes subconscientes de mi cerebro, nada que pueda provocarme alguna herida grave, sea física o… (¿O qué?)
– Seguiré dando vueltas – recobré la compostura gradualmente, – una cosa es verdad, todo está en mi mente, codificada pero sigue siendo mi pasado – necesito terminar lo que empecé, además deseo seguir viendo (solo es el mártir de la vida), me es indiscutible escudriñar las doce puerta (podrías solamente dejar de negar~), – Aun hay más “sombras”, – a lo lejos se ocultaban aún más…… de esas cosas. No creo que me tome más de dos noches, (¡déjalo ya por hoy!...)
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– Pedimos disculpas por el retraso de la estación, sin embargo por problemas técnicos esperamos que… –me estaba impacientando por lo que a la mera oportunidad, lo aproveché para escapar del paraje. Sin pensarlo estaba en la boca del metro, subiendo a donde estaban establecidos los pequeños comercios, o ese era mi plan. Sin lugar a dudas estaba desierto la terminal, solo unos cuantos ocasionales que miraban sin tocar nada, aún lejos de la estación, se podía escuchar el rugido de los motores, mientras sentía algo arrimarse a la manga de mi chaqueta. Era aquella cría que no me dejaba en paz.
– ¿Qué quieres? – A mi lado tenía un pilar de los que sostenía el techo, lo pulido del aluminio me dejaba entrever que mi rostro se mostraba impertérrita con el contacto físico, pero la verdad era otra, estaba reticente por cualquier acción que hiciera la mocosa así como también esperando una respuesta: repito con el mismo tono – ¿qué quieres?
– Me he perdido… mi mama no llega… ¿me puedes ayudar? – ¿Por qué esperó hasta el último momento? ¿Por qué tuvo que ser yo? Mirando de reojo a los demás semejantes me di cuenta que: o son mayores de edad o su aspecto da mucho que desear, maldigo el momento que decidí salir con mi uniforme. – Ella me dijo que tenía que esperarla, pero no ha vuelto de…
– No… puedo, ¡Me tengo que ir! – La frase terminal lo dije arrastrando cada letra y casi gritándolo, me encaminé con la mente al frente y huyendo de ella, sin embargo pudo volver alcanzarme, rodeando mi cintura con sus dos manos, estaba llorando y temblaba constantemente. He visto casos parecidos, en las noticias mencionas de “abandono de responsabilidades”, padres que dejan a sus hijos a la suerte.
– Es por eso que despotrico mi raza, – no podía dejarla sola, me constreñía el corazón, a pesar de mi apatía, tomé de su mano y comencé a dirigirla al otro lado de la zona, sin pasar por las escaleras de subida. Necesitaba asegurarme que la niña estuviera asegurada.
– Jeje~ – se le notaba feliz, su ropa estaba algo sucia además de mostrar algunos rasgones, su cabello pizca grasosa y su cara enseñaba un poco de brillo. No sé cuánto tiempo estaría en la estación sin que nadie se diera cuenta, sin embargo aún tenía la esperanza de encontrar a su madre, solo que la realidad no es de color rosa.
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– ☼▒▒▓▒ – Nuevamente un chirrido metálico salía de las “bocas” de aquellos personajes, era curioso las diferentes reacciones, más había un acto en común: todos huían de mi presencia al momento de haberme relacionado con… ellos. Como alejándose de mí, temiéndome por una razón inexistente o incomprensible, ajeno a mi persona. Solo sé que esta problemática está enredándome a cada paso que sigo explorando la susodicha habitación, sin lograr encontrar salida alguna más que las escaleras que pasé por alto.
– Por lo menos debo de estar segura de no dejar cabos sueltos, – no había nada, nada relevante, por lo que dejé el centro y me centré en las esquinas, comenzando por la inferior izquierda, que es una de las regiones no indagadas (puede que no te guste lo que veas o te haga recordar).
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Una melodía apesadumbrada, más con algo de ritmo, resonaba en la recepción. Mientras veía como terminar con esta historia, mantenía distraída a la infante con una simple pelota de goma en el ínterin que la llevaba a las autoridades correspondientes, para que hicieran con ella lo que se debían de hacer: sea reportarla o trasladarla en un orfanato. No era mi problema cuidar de ella, ni mi obligación ni siquiera una opción.
– Dis… disculpe – no era propio de mi personarme delante de un individuo, pero era insoslayable ya que deseaba despegarme de mis “deberes” – Per… perdone usted – nuevamente me presenté, ya que mi voz parecía perderse con la música. En el recibidor, siempre atendiendo el teléfono local, se encontraba una joven señorita: en el momento que dio crédito a mi presencia, dejó el receptor en su lugar al mismo tiempo que enseñaba una muy reconocible sonrisa fingida, – ¡Que descaro!
– ¿En qué puedo ayudarte? –Posiblemente guiada por el uniforme me haya tuteado sin el mayor asomo de vergüenza, dejando a un lado mi frustración creciente, señalo con la mirada a la niña que se divertía por una insignificante masa de hule. La señorita entendió al instante, entonces es verdad que estas cosas pasan a menudo, – en un momento vuelvo. – Dejando su puesto, se escabulle hasta la habitación de al lado a la izquierda. Por el apuro dejó entre abierto la puerta permitiendo ver a un hombre vestido de incognito que estaba sentado en un sofá, acaparando todo el mueble, era sin lugar a dudas el encargado de estas peripecias, igualmente me enteré que la musiquilla venía de ese lugar.
– No te preocupes, todo saldrá bien, – el súbito parloteo me acoquinó inmediatamente, ¡no había advertido sobre otra persona en la estancia! Un joven uniformado, muy parecido al de alado, estaba concentrado en la feliz ignorante de la vida, para después pasar su atención a mí persona, – es bueno encontrar señoritas así de responsables, – mi cara sonriente debía de ser o muy bien ensayada o él ni siquiera me estaba mirando, ya que en verdad ni deseaba estar en este lugar.
– Me… tengo que… ir – mi “ávida” despedida fue lo suficientemente convincente para liberarme de estas ataduras, poco sabía que aquel delirio no había sino comenzado, inconscientemente sentía una gran zozobra carcomerme el alma hasta el punto de casi tener una ataque de nervios, seguía mi camino desatendiendo esa voz en mi interior. Seguí caminando sin pensar en las consecuencias de mis acciones.
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– ¿Por qué no me sorprende? – Encontré un acceso a otra parte de la habitación, prácticamente me topé con ella por pura suerte (La oscuridad oculta muy bien las aberturas en la pared). Sin detener mi avance, observo de primera instancia un acaparador, o mejor dicho… – Ky ~ ~ ~ – un grito ahogado, y un pequeño estremecimiento recorre mi columna vertebral, frente de mí se encontraba algo parecido a un humano, aunque la cabeza era la de un ave. Sus ojos desorbitados no me eran de buen agüero, menos aun cuando se alinearon para abarcar un solo punto, a mí. – ¿H…ola? – sonrió un poco y trataba de hablar pero sin pronunciar palabra alguna, la dejé en paz.
Por la sorpresa, había ignorado por completo donde estaba, se escuchaba una melodía melancólica aunque lo más increíble fue ver un canapé ocupado por otro extravagante personaje. Los miré a ambos, nadie hacía nada, ninguno respondía cuando me relacionaba con ellos, era muy “normal” para ser un sueño y aun así no dejaba de quitarme el aliento. Dejándome llevar por la emoción, sigo avanzando hasta llegar a mi próximo destino (La "reservada" habitación de al lado).
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– Ya estoy muy cansada para esto – En cada momento mi celular ululaba un fragoroso acorde, cada uno distinto al anterior, como un flautista que apenas y sabe tocar su ingenio. Era mi ♀▓▒۩░, que no me dejaba en paz, tenía al menos veinte mensajes sin responder, demostrando su falta de confianza en mí: desearía decir que también comprueba su preocupación sin embargo era el mismo mensaje de siempre – ¿Cuan…do regresas? – Actualmente mi estrés ha ido en aumento, muy ligado a mi ira, nada salía como “debería” de ser, ¿es que era yo la única metódica? ¿Son todos idiotas que dejan a un lado la lógica y se rigen por sus sentimiento? Todo el mundo está loco, yo solo deseo un lugar, una sola explanada donde sea yo misma, – ¡deseo ser libre! – Ese era el rugido que guardo en mi corazón, un anhelo que jamás se hará realidad.
–… – creí escuchar algo, como alguien llamándome, sin embargo noto que el metro se acerca a gran velocidad, – …~ – una recia ventisca inunda el canal de ferrocarril, dejándome llevar cierro los ojos esperando que las caricias el viento relajen mi angustia y pueda ya salir de esta pesadilla…
– mhh, ¿eso no era… una pelota? – Todo pasó muy rápido, un simple objeto había ocacionado una tragedia y ni me había dado cuenta.
– ONEE-CHAAA…
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En tal particular lugar angosto y cerrado solo se encontraba un sofá dedicado al único ser habitante del cuarto, una desvariante ambientación se colaba de la boca del misterioso sujeto. El pobre “hombre” cantaba sin dedicarse a observarme, solamente fijo en, lo que supongo yo, descansar. A su lado figuraba una pequeña flauta, sin orificios que permitieran cambiar el tono del sonido, a la vista era una vara hueca con una ranura donde entrara el aire, horizontal ceñida con una salida circular bien definida, probando suerte soplo una sola vez para verificar que servía.
– ♫♪ô♪♪ – una consonante algo interesante, soplando otra vez puedo afirmar que la escala ha cambiado, y así sucesivamente formando una armonía, muy suave más gratificante. Guardando la flauta en algún bolsillo sin ocupar me dedico a inspeccionar, un cuadro más o menos abstracto y colores apenas y un tanto vivos, guardando todo en mi memoria por si me acuerdo de algo o evidencie un suceso en el pasado (Tanto así que no te das cuenta… aún).
Despejando el área, devuelta estoy en el lóbrego laberinto, transitando actualmente y haciendo una remembranza de los caminos que había tomado anteriormente, me doy cuenta que he estado evitando todo recorriendo que diera al lado derecho de la “habitación”, como si instintivamente necesitara alejarme del “peligro” aun así: ¿cuál era la emergencia? Como dije antes, todo es un sueño así que no es necesario el temor.
– mhh (¿Tanto así deseas seguir?) – por un error mío, doy una vuelta equivocada para terminar frente a las escaleras. – Intentaré una vez más – decía en cada momento, no daba con la razón por la cual involuntariamente deseara no aparcarme en aquella zona, por lo que era más mi deseo de ver que era exactamente lo que oculta las sombras aparte de una simple flauta. Y cuando estaba por tomar la rendición, se me aparece una abertura igual que la localización del flautín (En cada momento de tu vida has estado ignorando la pequeña voz que susurra a tus oídos, por ello dejemos que el destino se encargue de educarte por el mero arte de la experiencia… no te deplores).
. . .
Estupor, ninguna otra palabra podría describirme, el gruñido de las burbujas de un pequeño lago escarlata entonaba la advertencia de mi subconsciente, el halo que desprendía la superficie estera teñía el aposento de un muy horrido bermellón, lo inaudito era poder escatimar un canapé para sentarse y contemplar aquel espectáculo.
– N◙~ – mi interés estaba dividido entre el estanque, de lo que a mi parecer era miasma, y el ente, hendida de la misma acuosidad del pequeño aljibe. Uno podía percatarse de una brecha en la cabeza, donde desbordaba un líquido rojo, por pura lógica cualquiera lo relacionaría con la laguna. Sus “ojos” saltones miraban al vacío, como si la muerte lo hubiera visitado en varias ocasiones, delgados brazos y una figura rectangular, era para mí un objeto sin valor. Un elemento que nadie extrañaría si se perdiera o.
– Fueras arrollada – al dirigirle la palabra miró directamente a mi frente, se inclinó y comenzó a esparcir todo su contenido, sin señal alguna de terminar. Toda esta aventura había sido demasiado expresivo y extenuante, muy turbador para mi gusto y por ahora se ha terminado (Lo estás tomando muy bien♫). Me acomodé indiferentemente sobre el sofá, teniendo la mirada entrecerrada y degustando del acto, evocando aquellas memorias desdeñadas por mí misma, esperando en el silencio soporífero de la soledad por mi despertar.
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Fue un acto reflejo, la niña que acababa de dejar en la estación se había abalanzado a mi persona, pero en el último momento resbala y tropieza por mi pierna derecha cayendo boca abajo sobre los rieles, justo en el instante que el metro pasaba sobre ellos. Los pocos civiles que se encontraban en el lugar miraba escandalizados la criatura que se encontraba en las vías, el cuerpo entero de la niña yacía en el suelo frío, exponiendo la intimidad de su cráneo cercenado. El tren vehiculaba a una velocidad exorbitante, por ello en lugar de mutilar la cabeza de la inocente, solamente la abrió en un golpe limpio. Sentada me encontrada sobre el límite entre el andén y las vías, observando como la sangre fluía del interior hasta el exterior del cuerpo que la contenía, acostada así parecía perdida y algo distraída, no sintió dolor pero eso no quitaba que una vida humana se desvaneció tan pronto sin probar de la vida. Para mí, ella solo era un objeto.
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(Esta
vida está llena de coincidencias, muchas de ellas transforman la vida
en un juego de la cual la única salida es la locura. Yo no fui la
primera ni seré la última).
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